Marianitos, siglo y medio de dulce tradición

Marianitos, siglo y medio de dulce tradición

Seguro que ya has disfrutado de los productos de Marianitos, pero nunca te has preguntado de dónde surge el origen de nuestra empresa.

Todo empieza en Santa Pola, en el año 1870. Salvador Pastor era un panadero que empezó a llamar la atención con los productos que ofrecía a la población local. Con el renombre obtenido con el paso de los años, decide abrir su propia panadería en 1906. El éxito llega no sólo con los autóctonos, que ya conocían de sobra las virtudes de Salvador, sino también con los visitantes que llegan de otras partes para conocer la localidad costera.

El mayor de los cinco hijos de Salvador, Jerónimo Pastor, tiene muy claro el potencial del que disponen y decide ampliar la panadería de su padre, con lo que se convierte en el horno tradicional de referencia en la zona. Tiene además la gran suerte de conocer a quien será el amor de su vida, Pepita, conocida por todos en Santa Pola como “La Curra”. Esta unión en lo sentimental y en lo profesional impulsa todavía más el negocio familiar, gracias a una gran visión comercial y a unos productos de primera categoría.

El hijo de Jerónimo y Pepita, Mariano Pastor, continúa con el legado de su familia y el horno tradicional alimenta y endulza la vida de varias generaciones de Santa Pola, alrededores y turistas de todas las partes de España y el mundo.

Esta cultura del esfuerzo y la calidad en los productos ofrecidos tiene ahora el gran objetivo de expandirse lo más lejos posible. Con el nacimiento de Marianitos World queremos llevar la experiencia del horno tradicional a todas partes. Ahora ya no tienes excusa para dar a conocer nuestras características rosquillas, monas y otros productos a gente de todo el mundo.

Y la historia de Marianitos continúa. Tenemos el deseo de que el máximo número de gente pueda conocer nuestros dulces. Nuestra oferta se amplia y ahora tú y los que te rodean también podéis formar parte de esta historia llena de tradición, excelente sabor y cercanía, pero con un buen toque de modernidad y juventud con ganas de comerse el mundo (y unas buenas rosquillas) y poder hacer disfrutar a los demás.


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